Cuando un restaurante tiene alma…

Cuando un restaurante tiene alma…

Gracias a la visita de buenos amigos, como la de Fiona Ferrer, La Cecilia de Allende se convierte en un lugar más cálido y entrañable…

¿Conoces esa sensación cuando entras a un lugar y “le falta algo”? Nosotros sí que la conocemos y la identificamos como “el alma”, ese “no sé qué” que llena el espacio de calidez, que te anima a quedarte y que te invita sutilmente a disfrutar de las pequeñas cosas.

Cuando se trata de un restaurante, por ejemplo, creemos que se compone del calor y el mimo que se le pone a cada paso que se da. Desde la selección de materia prima, la creación de la carta, la elaboración y presentación de los platos, el servicio… Pero existe algo más que hace que todo lo anterior se eleve y se convierta en un verdadero motivo por el que desear visitar un lugar: las personas que lo eligen, que lo llenan de alegría, que deciden compartir momentos en torno a sus mesas.

Nosotros, en Las Cecilia de Allende, nos sentimos muy afortunados en este aspecto. Desde el mismo momento de la apertura nuestro local de Chamartín se ha convertido en un lugar de encuentro de “buena gente”, de esa con la que da gusto pasar un rato. Y entre ella, hay alguien que llevamos en el corazón, Fiona Ferrer. Estuvo entonces, hace más de dos años, para darnos la bienvenida a Madrid. Y lo sigue estando, con todo el cariño, la dulzura y la fuerza que tanto contagia allá por donde pasa… ¡Gracias por la visita y por tu amistad, Fiona Wacu!